Un cambio de tendencia (2/2)
Un estudio de Deloitte afirma que en 2012, tras varios años de reducción de presupuesto que obligaban a TI a centrarse en reducir costes, por fin aparecen objetivos habilitadores: poder realizar cambios ágiles que posibiliten oportunidades de negocio y el crecimiento de las empresas.
En el artículo anterior mencionamos opciones para reducir costes minimizando el impacto en los servicios prestados y su calidad. Si su organización ya ha alcanzado el punto de inflexión de la crisis quizás el departamento de TI tenga como objetivo apoyar al máximo al negocio habilitando nuevas opotunidades.
El Catálogo de Servicios y los Acuerdos de Nivel de Servicio deben adecuarse a las necesidades reales de la organización. Dedique un tiempo a reflexionar para trazar los servicios de TI con los procesos de negocio y así evidenciar la componente aportada por los servicios respecto a la cadena de valor de su empresa.
Con estos datos en su mano podrá evidenciar la importancia de TI y, si durante la contracción hizo sus deberes, quizás haya llegado el momento de exigir más presupuesto o, al menos, que se reduzca la presión por la contención de costes.
Mejore la comunicación entre el departamento de TI y el resto de la organización. Las TI tienen una componente de innovación muy importante. No se limite a atender las peticiones de servicios de los demás departamentos, escuche sus necesidades del día a día e intente ofrecerles nuevas soluciones: gestione su Cartera de Servicios de manera proactiva.
Por último, no olvidemos que al departamento de TI se le exige agilidad para adaptarse: el “tempo” lo marca el “time to market” de negocio. Pero agilidad no debe significar caos ni, mucho menos, provocar una reducción de la calidad.
La Gestión de Cambios balancea estos criterios: permita y anime a la realización de cambios que apoyen al negocio, no los realice de cualquier manera pero tampoco imponga burocracia absura.
Clasifique los cambios y defina procedimientos distintos para la realización de cada cambio que dimensionen, de manera realista, las necesidades y características de las tareas previas (análisis de impacto, planes de contingencia, formación y comunicación, etc.), la ejecución (proceso de autorización, hitos de control, trámites burocráticos, etc.) y, finalmente, las actividades finales ajustando la PIR para que aporte valor sin malgastar recursos.
Cualquier año es un buen año para lanzar proyectos de mejora como los que hemos sugerido anteriormente, sin embargo, intentar hacerlo todo a la vez es temerario y conduce al fracaso y la frustración. Elija, de lo dicho anteriormente, aquello que cree que aporta en su organización y, para cada mejora que quiera incorporar, priorícela para abordarlas de una en una.
José Luis Fernández Piñero