El coste de un software es mucho más que solo el coste de licencias
Cuando una organización está buscando un nuevo software, o la contratación de un nuevo servicio/plataforma para “lo que sea”, una de las primeras cifras a las que se nos va el ojo es al coste de las licencias. ¡¡Error!! El coste de las licencias/servicio puede ser relevante, pero hay muchos otros aspectos a considerar para que al final lo barato no acabe saliendo muy caro (o para darse cuenta de lo que parecía caro, al final, no lo es tanto). Porque el coste de un software es mucho más que eso.
El TCO, siglas de Total Cost of Ownership, o Coste Total de la Propiedad, es un concepto que nos ayuda a encontrar el verdadero precio de compra de un activo de TI, que no es solo el coste de las licencias.
Probablemente se entienda mejor directamente con un ejemplo. Pongamos que estamos planteando implementar una nueva plataforma de ITAM (qué mejor ejemplo, no? ;-). Cuando empezamos a buscar alternativas en el mercado, lo primero que haremos será preguntar el coste de las licencias, sin pararnos a pensar el coste total real del sistema funcionando a lo largo de todo su ciclo de vida. Nótese que hablo del sistema funcionando, y por lo tanto habrá que ir sumando otras partidas económicas, tales como:
- ¿Cuánto cuestan los servicios de implantación del proveedor?
- ¿Y las horas propias, cuánto tiempo vamos a tener que invertir?
- ¿Cuánto cuesta el contrato de soporte a lo largo de los años? ¿Y el de las actualizaciones a nuevas versiones?
- ¿Cuánto cuesta la infraestructura necesaria para montar el sistema? Cuidado con esto, la infraestructura en donde se instala (para sistemas on-premise) también hay que licenciarla.
- ¿Y el mantenimiento, actualizaciones, backups,... de toda esa infraestructura?
- ¿Cuántas horas vamos a tener que dedicarle para mantener el sistema funcionando y al día?
- ¿Harán falta más servicios profesionales a lo largo del ciclo de vida del sistema?
Ojo, estoy hablando de coste (económico) y esfuerzo (horas), pero también de todo el hardware y software necesario para que el sistema funcione (“keep the lights on”), tanto para la puesta en marcha inicial del sistema, como a lo largo de todo su ciclo de vida. Aquí más que nunca, habrá que utilizar una visión holística y abrir mucho los ojos.
Así, y solamente así, teniendo en cuenta el TCO de un sistema, podremos llegar a conocer (y comparar) lo que no cuesta realmente cada plataforma que implantemos en nuestra organización. Y llegan algunas sorpresas, en las que de repente, algún sistema SaaS que parecía caro a priori, si lo comparas con el TCO real del sistema equivalente on-premise, igual el resultado de la comparación cambia mucho…
¿Qué añadirías al coste de un software?
Espero que lo disfrutéis, un saludo
Alejandro Castro, director técnico de Proactivanet