Aplaude los aciertos, celebra los errores
Quien niegue que ha cometido algún error en su vida -sin duda- miente, porque es de humanos equivocarse. Pero el problema no es sólo mentirse a uno mismo, es que además, con ello se están cerrando los ojos hacia un camino de mejora y una puerta que conduce hacia el éxito.
Cierto es que nos da mucha más alegría un acierto que un fracaso y que todos nos sentimos mucho más satisfechos cuando algo sale bien, pero no por ello debemos dar la espalda a los errores. Darse cuenta de un error, de algo que hemos hecho mal, nos hace estar mucho más cerca del camino correcto. De este modo, entre todas las posibles opciones de hacerlo bien, ya estamos más cerca de saber cuál es la acertada. La siguiente vez que debas tomar una decisión similar, sin duda, sabrás por dónde no debes ir, con lo que habrá muchas más posibilidades de acierto.
Los errores no son malos en sí mismos, lo negativo es no reconocerlos cuando se comenten y no darse cuenta de la oportunidad de mejora que se abre ante nuestros ojos. Ser consciente de un error, demuestra que sabes hacia dónde ir, conoces perfectamente lo que quieres y eres capaz de discernir entre lo correcto y lo incorrecto, cuestión que no siempre está tan clara en la cotidiana gestión de problemas.
Por eso, está muy bien aplaudir los aciertos, pero cuando aparecen los errores tampoco nos debiéramos martirizar con ellos, celebrémoslos, porque cada error que cometamos -bien identificado e interiorizado-, nos colocará un paso más cerca del éxito.
Jandro Castro