¿Dónde termina el inventario y empieza la CMDB?

22 de junio de 2016
CMDB

Establecer hasta dónde queremos llegar con nuestro inventario de activos, y dónde debemos empezar con la CMDB, no siempre es tarea fácil. Pero que no cunda el pánico, dónde establecer el límite no es tan relevante, siempre y cuando se tenga claro cuál es, y siempre se utilice el mismo criterio.

Hay que tener el cuenta que el día a día no es un examen de ITIL, y que la preocupación debería ser prestar un buen servicio a la organización, conforme a sus expectativas y necesidades (claro está, dentro de un marco de buenas prácticas razonables, no algo totalmente asilvestrado). La idea de fondo es que la gestión de activos (ITAM) y la gestión de configuración (con su correspondiente CMDB) trabajen juntos apoyando a los procesos con los que gestionamos la prestación de servicios TIC.

Todos (o casi todos) los procesos ITSM que implantemos en la organización usarán en mayor o menor medida los datos que tengamos disponibles sobre la infraestructura en la que se apoyan los servicios, y cómo dicha infraestructura se relaciona para proveerlos. Ahora bien, si esa información debe estar en un sistema llamado CMDB, o un sistema llamado inventario, eso es lo de menos, lo importante es que esté, y que esté bien (actualizado, fiable, completo, seguro,...). De manera ideal, la gestión de activos debería alimentar automáticamente a la CMDB, creando los CIs oportunos conforme al alcance y profundidad definidos, quedando ambos elementos relacionados (activo - CI). Con este escenario, en el que las dos plataformas trabajan juntas, ¿qué importancia tiene que un determinado atributo esté en el activo, o esté en el CI? Si ambos registros se relacionan entre ellos, pasar de uno a otro será un simple click, y por lo tanto, que el valor se encuentre en un lado o en el otro, dejará de ser tan relevante siempre y cuando lo tengamos (y lo tengamos bien)

Si “diluimos” la importancia de dónde poner el límite, lo que sí gana más relevancia es el hecho de que ese límite, esté donde esté, siempre se encuentre en el mismo sitio, y no lo hacemos moviendo de un lado a otro en cada caso. Ponlo donde quieras, pero una vez fijado, sé consecuente y actúa siempre de la misma manera. ¿Dónde lo suelo poner yo? Pues fácil, suelo meter en la CMDB:

  • La infraestructura que se utiliza para prestar los servicios, y no tanto para consumirlos (que no quiere decir que la que se utiliza para consumirlos no sea importante, quizá sí, pero esa la dejo bajo control en el inventario, no tanto en la CMDB)
  • Los elementos hardware y software que están en los CPDs y en los armarios de comunicación (y el resto los sigo teniendo bajo control, pero en el inventario, salvo que formen parte del punto anterior y sean parte fundamental de la prestación de los servicios)
  • Los atributos de cualquiera de los CIs anteriores que tienen que ver con la prestación del servicio y/o el negocio, pero que no son meramente tecnológicos (porque ese detalle tecnológico ya lo tiene el inventario, y los CIs estarán relacionados “a golpe de click” con el activo oportuno, con lo que el dato siempre estará a mano)

Todo lo que no forma parte de alguno de los puntos anteriores, por norma general, no suelo meterlo en la CMDB (al menos en la primera versión), pero por supuesto que está total y absolutamente controlado bajo el paraguas de la gestión de activos. Por tanto, no suelo meter en el inventario otros elementos importantes de cara al soporte tecnológico, pero no tanto en la prestación del servicio, tales como periféricos conectados a los equipos cliente (salvo, de nuevo, que sean relevantes para la prestación del servicio, pero esto ya suele ser más raro…)

Como todo, ésta no deja de ser una visión un tanto personal de cómo hacer las cosas, y nunca debe ser tomada a pies juntillas, ni mucho menos ser aplicada sin antes reflexionar si se adapta a las necesidades y expectativas de la organización. Recuerda que en esto de la gestión de servicios de TI, y en concreto con las mejores prácticas ITIL, hay que (1º) leer, (2º entender, (3º) interpretar y (4º) adaptar.

 Jandro Castro

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